Santiago de Compostela, referente en España en la apuesta por las huertas urbanas

El ayuntamiento de Santiago de Compostela fue uno de los pioneros en España en la puesta en marcha de huertas urbanas y hoy es un referente a nivel estatal, con 202 huertas que próximamente se ampliarán con 60 más.

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Santiago de Compostela, referente en España en la apuesta por las huertas urbanas

Óscar en su huerta urbana en Brañas de Sar (Santiago)

Santiago de Compostela es una de las ciudades de España con más huertas urbanas por habitante, un proceso en el que fue pionera en Galicia en el año 2008, y que desde entonces no para de crecer debido al éxito de esta iniciativa.

Actualmente, la capital gallega cuenta con 202 huertas individuales repartidas en seis áreas por toda la ciudad: Belvís de Arriba y Belvís de Abaixo, en pleno casco histórico; A Caramoniña, A Almáciga, Cotaredo y Brañas de Sar. Y en breve el ayuntamiento tiene previsto ampliar la oferta con entre 60 y 70 huertas más, para lo cual baraja tres espacios: Santa Marta, Salgueiriños y Lamas de Abade.

Cualquier ciudadano empadronado en Santiago de Compostela puede solicitar una huerta, con preferencia para los residentes en un radio de 300 metros y para las personas jubiladas. El ayuntamiento le cede al usuario durante dos años-prorrogables un máximo de 2 más- una parcela de entre 30 y 50 metros cuadrados, dependiendo de la zona, con dotación de agua para regar, abono orgánico procedente del compostaje de los restos de podas y de hierba de los parques municipales, y una caseta con llave para guardar los aperos de labranza.

A partir de ahí la pericia y las ganas de trabajar y de aprender de cada uno determinarán el éxito de las cosechas. “Está claro que es que una iniciativa exitosa: comenzó en el 2008 con 28 huertas en Belvís de Arriba y hoy son más de 200 en toda la ciudad, y creciendo”, destaca Xan Duro Fernández, concejal del área de Medioambiente del Ayuntamiento de Santiago.

Para el próximo año abrirán dos espacios más de huertas urbanas en Santiago

Prueba del interés de la ciudadanía compostelana por recuperar el contacto con la agricultura y con la tierra es la alta demanda que tienen las huertas urbanas: “Cuando se abre la convocatoria recibimos entre el doble y el triple de solicitudes que de huertas disponibles”. “De hecho -añade- tenemos una lista de espera en caso de que haya algún adjudicatario que no cultive la huerta y tenga que cederla a otra persona”.

De lo que no duda el concejal de Medioambiente es de la alta rentabilidad social y medioambiental de esta iniciativa. “Estamos hablando de que los terrenos en lo que ponemos en marcha las huertas son siempre de titularidad municipal, calificados en el PGOM como espacios de reserva verde o dotacional. Y con muy poca inversión por parte del Ayuntamiento generan un enorme rendimiento social y ambiental”, destaca Xan Duro.

Pero donde mejores resultados se están detectando es en la convivencia social: “Se crea una red de intercambio de alimentos y de semillas entre las personas usuarias, y además se crean puentes intergeneracionais entre la gente mayor, que mantiene el conocimiento del contacto con la tierra, con las nuevas generaciones que quieren aprender”, explica. “Se están creando dinámicas no previstas pero muy interesantes para el tejido social de la ciudad”, añade el concejal. Prueba de que las huertas se están convirtiendo en un lugar de encuentro son también las peticiones que está recibiendo el ayuntamiento para la instalación de bancos en estos espacios.

Elvira Cienfuegos: “Había dudas en el ayuntamiento sobre la viabilidad de las huertas urbanas pero el tiempo demostró que son un éxito”

Elvira Cienfuegos fue concejal de Medioambiente por el BNG en Santiago de Compostela entre los años 2007 y 2011 durante el gobierno liderado por el PsdeG-PSOE.

Desde su concejalía fue la responsable de poner en marcha un proyecto piloto de huertas urbanas en el año 2008 en el parque de Belvís, en pleno casco histórico. Fueron las primeras en echar a andar en Galicia y también de las pioneras en el Estado.

“La idea surgió porque observábamos que en Compostela la huerta tenía mucha vigencia, con mucha gente que cultivaba en pequeños rincones. También porque Belvís había sido históricamente una zona de huerta y, en tercer lugar, porque queríamos darle más usos a los parques municipales, de forma que además de espacios de ocio, fuesen también espacios de socialización y de salud, sobre todo para las personas mayores”, explica Elvira Cienfuegos.

“Incluso vinieron desde Valencia para informarse sobre cómo las pusimos en marcha”

Reconoce que para poner en marcha el proyecto “no teníamos de donde copiar. Sabíamos que había huertas municipales urbanas en Barcelona pero queríamos hacerlas a nuestra medida”. En este sentido, y a través de un proceso participativo, se logró aprobar la primera ordenanza de uso de las huertas municipales de Santiago de Compostela.

“Estas normas sirvieron de referente para muchos otros ayuntamientos. Con nosotros habló gente de Oleiros, de Ourense, de Lugo, de la Universidad de Vigo e incluso vino gente de Valencia a interesarse por el proyecto”, explica.

Como principales obstáculos, Elvira Cienfuegos reconoce que “no había unanimidad en la corporación municipal sobre un proyecto de huertas urbanas en pleno casco histórico, y el problema de los hurtos, que se logró paliar en parte con la instalación de una verja, y que no es fácil resolver porque entendíamos que también debía ser un espacio para visitar”.

¿Y que considera más positivo de las huertas urbanas de Santiago? Para la impulsora de esta iniciativa no hay duda de que el espacio de encuentro social que se creó. “Es muy gratificante ver el gusto con la que la gente cultiva la huerta y los intercambios que hay de semillas, de plantas, de conocimientos sobre cómo luchar contra los mirlos que comen las fresas, o contra las tórtolas que comen las berzas. Se creó un ambiente muy positivo y hay mucha gente que lo pasa muy bien en las huertas urbanas”.

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Carmen: “Los jóvenes parece que saben más que los mayores y cultivan a su manera”

Carmen es otra de las personas a las que el ayuntamiento de Santiago le adjudicó una huerta en Brañas de Sar. La suya es una de las más cuidadas, con filas de hortalizas de buen tamaño, sin malas hierbas, y con una tierra bien abonada.

Cultiva la huerta con un sobrino que hace los trabajos más pesados. “Yo soy de Arzúa y trabajé en el campo hasta que vine para Santiago. Ahora soy mayor y puedo poco pero vengo aquí casi todos los días a pasear y a mirar cómo van los cultivos y de paso distraigo la cabeza”, asegura.

Reconoce que el primer año no fue fácil, “pues había mucha piedra que tuvimos que quitar, plásticos e incluso ollas, pero este segundo año los cultivos fueron muy bien”. Especialmente destaca la buena cosecha de judías y de pimientos, y hace poco plantó repollo, nabos y algo de acelga como cultivos de invierno.

“Aquí todos somos muy unidos”

Reconoce que el principal problema son los hurtos: “Tenía un repollo muy bueno y en la víspera de Santa María me cogieron dos cabezas, de las zanahorias se llevaron las mejores y también unas cabezas de alcachofa”. “Pero si le hacía falta de comer, no pasa nada”, asegura.

Aun así, para Carme la evaluación global de la huerta urbana es muy positiva: “Aquí todos somos muy unidos y trabajando se da de todo”. Eso sí, bromea que “a los jóvenes les parece que saben más que los mayores y van a su manera”.

Óscar: “Es un entretenimiento y llevas productos sanos para casa”

Óscar cultiva junto con su mujer y su hija de 10 años una huerta de 40 metros cuadrados en el parque de Brañas de Sar, una zona tradicional de producción de verduras para abastecer a la ciudad de Santiago y que en las últimas décadas se había ido abandonando. Al igual que en el resto de huertas municipales, el cultivo debe ser en ecológico, sin agroquímicos ni pesticidas.

“Comenzamos a cultivarla en abril de 2016 y de momento estamos contentos. Al inicio tuvimos que trabajar mucho porque este terreno había sido utilizado como plataforma de maquinaria para las obras del vial de Sar, y por eso tuvimos que sacar mucha piedra y aportar mucha materia orgánica”, explica.

Los motivos que llevaron a este vecino del barrio de Sar a solicitar esta huerta municipal son que, al igual que gran parte de la población gallega, “en la infancia tuvimos contacto con la tierra, que perdimos al asentarnos en la ciudad, y era algo que queríamos recuperar”.

Los resultados con los cultivos hasta ahora están siendo prometedores: “Lo que mejor se nos da son las lechugas, las zanahorias, los tomates y la remolacha de mesa. Las nabizas y los grelos van regular y los pimientos este año fueron lo que peor se nos dio”, explica.

«Los hurtos esporádicos es lo que más desanima”

Su hija de diez años también tiene su rincón reservado en la huerta, donde plantó flores y girasoles. “Sobre todo estuvo animada el primer año, porque venían sus amigos y hacían lo mismo, pero ahora le cuesta más acercarse”, reconoce entre risas.

En cuanto a las demandas, Óscar le pide al ayuntamiento que instale composteros para compartir entre los usuarios y donde poder llevar la materia orgánica doméstica. Pero sobre todo, que se frenen los hurtos esporádicos: “Es más por lo que desanima que por el valor económico. Pedimos rodear las fincas con una alambrada baja para disuadir a la gente que quiera entrar a robar, pero de momento no se llevó a cabo”.

En todo caso, este hortelano urbano valora positivamente la iniciativa: “Es un entretenimiento, venimos a dar un paseo hasta la huerta dos o tres veces a la en verano y en primavera y una en otoño y en invierno, y además llevas para la casa alimentos sanos y libres de pesticidas”, concluye.

 

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